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Los indignados de la plaza de Cataluña

Se adopta el vegetarianisme para respetar las diversas formas de alimentación

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Hora de comer en plaza Cataluña - ÀM

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Junto a la cocina hay la zona donde se lavan los enseres - ÀM

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Hoy tocan lentejas guisadas y sopa - ÀM

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En busca de un poco de sombra donde comer - ÀM

A las 9 h se almuerza, a las 14 h se come, a media tarde se merienda, a las 21.30 h, "después de la cassolada", se cena, y de madrugada se puede picar algo. Este es el horario del servicio de comidas de la cocina que alimenta los indignados de la plaza de Cataluña barcelonesa, explica Montse. Ella es la chef. Asumió el cargo de forma natural, porque desde el primer día de la ocupación se plantó a la plaza para apoyar a los jóvenes y para darlos un golpe de mano. "Yo ya me he movido hace muchos años, pero soy aquí para darlos mi apoyo. Espero que se inventen un mundo nuevo."

Desde el primer momento tuvo claro que su gra de arena sería al frente de los fogones, con la intendencia. Montse tiene una empresa de servicio de comidas y sabe qué es alimentar centenares de bocas. A la parte baja de la plaza, cerca del monumento a Francesc Macià, una decena de toldos guarecen las mesas y muebles donde se preparan y se sirven las comidas del día. En la zona más cercana a los arbustos hay la despensa y se acumulan los enseres para cocinar, y a la otra banda de las paradetes, la plaza con la cola de afamats que esperan su turno para recibir un plato.

Arroces, legumbres guisadas, verduras, sopas, ensaladas y pasta configuran el menú de los indignados. "Enseguida nos decidimos para hacer platos vegetarianos, porque hay mucha gente que es y así no tendríamos problemas", explica la cocinera en cabeza. Por postres, fruta y macedonias, y galletas y bocadillos cuando hay que entretener el estómago. Los productos llegan sin un horario fijo ni ningún encargo preciso. La gente, de forma autónoma, va nutriendo la cocina. A pesar de que pronto, y para evitar excesos de un tipo de alimento, a la zona de cocina decidieron colgar carteles para indicar qué provisiones hacen falta. "Desde el primer día la gente pasaba y traía cosas. Y ahora continúa pasando y nosotros lo cocinamos y de balde", precisa Montse. "Tenemos de todo y alimentamos tanto las personas que se alojan en la plaza como las que vienen a apoyarlos."

Los días a la cocina de la acampada son largos. Catorce horas de trabajo bien a menudo. Hay quién se está toda la jornada y hay quién viene algunas horas; quién se apunta para poner en práctica una habilidad que le atrae y cocineros profesionales o estudiantes del sector que quieren ser útiles. Ahora y aquí, cualquier voluntario con ganas de colaborar y trabajar en equipo es bienvenido. Montse organiza y los fogones humean. Y los resistentes, a pesar de tener que dormir en tierra, pueden contar que no pasarán hambre.

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