Después de los restaurantes clandestinos, de los cocineros a domicilio, de los profesionales que abren las puertas de casa suya a pequeños grupos y de los ciudadanos que convierten su piso en restaurantes para turistas, ahora llegan los particulares que cocinan para todo el mundo que se identifica con la etiqueta de comedor social. En este caso no se trata de instalaciones sociales, sino de amantes de la buena comida con ganas de compartir mesa con desconocidos en casa de un cocinero amateur dispuesto a conocer gente mediante la cocina. Los contactos entre los que ponen los fogones y los que comen se establece a través de la nueva red social Social Eaters, que ha escogido Barcelona como ciudad para poner a prueba este concepto.
La cultura colaborativa se extiende y llega a la restauración, un ámbito que facilita la buena entente y las ganas de compartir y probar experiencias. Social Eaters no sólo se mueve entre pisos y casas particulares, sino que también se abre a restaurantes y establecimientos dispuestos a hacer pasar un buen rato, con un toque original en el llamamiento alrededor de una mesa, a todo el mundo que se quiera apuntar.
