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Cocina monástica

Los escolans de Montserrat siguen las pautas de un especialista, mientras que las cistercenques de Vallbona abrazan la alimentación ecológica

Corazón escolania Montserrat

Los corazón de voces blancas de la Escolania de Montserrat en una de sus actuaciones públicas

Escolania Montserrat - ajedrez

Los niños del escolania en un momento de recreo

vallbona de las monjas - huerto monasterio

Una de las monjas trabaja al huerto

Al Escolania de Montserrat hay 52 niños de entre 9 y 13 años, la mayor parte de ellos de Cataluña, que estudian, aprenden música, cantan, viajan y, en aquello relativo a las comidas, tienen una dieta muy equilibrada. Fuera tópicos: ni sopetes de tomillo para aclarar la garganta, ni dejú antes de los conciertos, ni gotets de zumo de limón con miel, ni cualquiera otro alimento o beuratge que ayude a mantener o mejorar la voz y afinar las cuerdas vocales. El menú de este corazón de voces blancas se ha elaborado siguiendo los esmerats consejos de una nutricionista. Cada día toman fruta, verdura y ensalada; la carne, el pescado, los huevos y las legumbres se van alternando a lo largo de la semana. "Tienen que aprender a comer de todo. A veces no es fácil, requiere un proceso", nos dice el hermano Sergi de Asís, director general del Escolania.

Los horarios son europeos. A las 7.45 h, 15 minutos después de quitarse, se hace la primera comida del día, un almuerzo que varía a lo largo de la semana y que suele combinar la mermelada, la leche, el zumo, la fruta y el pan con tomate. La mañana transcurre entre las clases de enseñanza general a que asisten los chicos, un estudio que interrumpen a las 10 h para comer una pieza de fruta (la cosa varía si esta se ha tomado para desayunar). A las 12.15 h se come, unas horas antes de hacer la media hora de deporte obligatorio (ningún miembro del corazón está exento). La tarde continúa con música: las clases de solfa se codean con las de instrumento (cada chico estudia dos), el canto coral y los ensayos generales. A las 16.30 h la merienda, consistente, para la música; las notas se cambian por un buen bocadillo con embutido. El ciclo diario de comidas acaba, a las 20.30 h, con la cena, que suele incluir un primero (sopa, ensalada o verdura), un segundo (carne, pescado o huevos, en función del día) y un lácteo para los postres.

Comer casero
La comida es casera. "Nada de càterings", afirma Sergi de Asís. Lo elabora un grupo de cocineros profesionales que no sólo se cuidan de alimentar los escolans, sino que también tienen cura de los estómagos de toda la comunidad de monjes y de las personas que se alojan a la hostatgeria. De hecho, la ubicación de la cocina determina el lugar donde se hacen las comidas principales del día, puesto que se come y se cena a tocar de los fogones, al comedor que hay junto al claustro del monasterio. El almuerzo y la merienda, en cambio, tienen lugar en el edificio del Escolania.

La alimentación y los menús varían los fines de semana, cuando los chicos vuelven a casa (la mayoría de ellos residen a la misma Escolania), y, sobre todo, cuando hacen la maleta y se van de gira. Si en Moscú los sorprendió una sopa roja, de remolacha ("ay, como se la miraban", recuerda, risueño, Sergi de Asís), en San Petersburgo el agua se sustituyó por un zumo de cereza y en Alemania compartieron mesa con las familias de acogida. "Ver otras maneras de hacer y de comer a lugares de fuera de Cataluña es un enriquecimiento cultural, un hecho que entra dentro del proyecto educativo del Escolania." El que no tiene cabida —y esto, según dónde, todavía es un tópico— es la opinión que los niños que pasan por esta escuela de música tan especial acaben haciéndose monjes. Sergi de Asís insiste: el Escolania siempre ha estado por la música, por el canto; no es un cebo para hacer curas. Queda claro.

Las monjas de Vallbona, ecológicas
Al monasterio de Santa Maria de Vallbona de les Monges (Urgell) la comunidad de religiosas que vive no disfruta de escolania. Son las nueve hermanas las que cantan a las oraciones del día, la última, Completas, sobre las 21 h, a oscuras, desde la nave principal de la iglesia.

Hace cuatro años que la vida de este colectivo es diferente; la comunidad cistercenca empezó a adecuar su día a día a las pautas del ecologismo. De alguna manera enderezaron parte de su cotidianidad a la norma cistercenca, que propugna la armonía con la natura. Y uno de los pasos que hicieron fue rescatar el huerto que llena los terrenos del monasterio.

"Desde 2008 hasta ahora se han recuperado casi 4.000 m² de tierras para el cultivo de hortalizas, fruteros y cereales, y unos 200 m² para flor ornamental, con que hacemos ramos para la iglesia", explican en su página web. Las feixes que hacía más de 20 años que habían caído en el olvido vuelven a florecer y, actualmente, alcanzan la despensa y los fogones de las hermanas. El desarrollo del huerto, que la comunidad trabaja con la colaboración puntual de voluntarios, los ha llevado a abandonar el càtering que las alimentaba. Ahora frueixen de hortalizas y frutas frescas, ecológicas y que ellas mismas han hecho crecer.

Comer de temporada
Con el cambio, las monjas cistercenques han aprendido a comer en sintonía con las estaciones. En invierno tocan coles, acelgas, patatas y zanahorias; a la primavera, manzanas, calabacines y alcachofas; en verano, tomates, pimientos y melones, y en otoño, caquis, almendras y lechugas, entre otros productos que cultivan. Además, el cultivo del huerto también ha hecho que se hayan puesto las pilas a la cocina, actividad que habían dejado en manso del càtering.

El cambio de alimentación no ha llevado la comunidad a hacerse vegetariana. A su dieta también hay carne, que los llega de un productor ecológico de los Pirineo. Y los huevos son de las gallinas que ahora crian, en un espacio del monasterio adecuado como gallinero. 

Cómo manda la orden, comen en silencio al refectori mientras una de ellas lee en voz alta un pasaje bíblico. Ahora sus comidas, caseros, son más sabrosos, pero mantienen la sencillez que dicta la norma cistercenca. Quién quiera descubrir la cocina del monasterio puede probarla si se aloja al hostatgeria del complejo religioso.

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