Tres generaciones de la familia Lafuente se han situado al frente del negocio que, hoy en día, ocupa un espacio de 90 metros cuadrados y mantiene el aspecto de colmado tradicional, con la misma distribución que años atrás y conservando la caja enregistradora que inauguró el local como hoy lo conocemos hace 40 años.
Desde sus inicios, Colmado Quílez apostó por nuevos productos y tendencias como el aceite de calidad y varias cervezas de elaboración artesana cuando estas todavía no eran moda, así como por una amplia selección de cafés y, incluso, por la diversidad de aguas. Por su parte, el servicio, formato y profesional, siempre se encuentra a pie de mostrador dispuesto a aconsejar los clientes y ayudarlos a descubrir nuevos productos adaptados a sus necesidades.
Cambia el continente, pero no el contenido
La oferta gastronómica del local se complementa con una selección de productos de marca propia, comercializados con el nombre del colmado y de máxima calidad. Es el caso de la ventresca de bonítol, las sardinetes o las navajas, el queso de diferentes denominaciones, los barquillos, las catànies caramel·litzades o el jamón cortado a mano, entre otras muchas delicadezas.
