Economista, diseñadora de interiores y, por encima de todo, cocinera y pastelera, Hofmann descubrió la pasión por la cocina desde muy pequeña, y, después de recorrer las mejores escuelas europeas, apostó para difundir el suyos conocimientos en una de las escuelas de hostelería más reconocidas del país.
Un referente culinario
Precisamente este lunes, durando lo entrega de premios de la Academia Catalana de la Gastronomía, fue su hija, Sílvia, quién recogió el premio especial que le habían otorgado en reconocimiento de su trayectoria como figura capital de la cocina catalana. La academia destacó que "Hofmann se rodeó de grandes profesionales porque los alumnos aprendieran materias tan complicadas como la química culinaria o el derecho mercantil, una cosa insólita entonces, además de impartir idiomas porque los alumnos pudieran estudiar y aprender recetas de libros extranjeros o hacer aposentos a restaurantes de Francia o el Reino Unido".
En una de las primeras entrevistas que publicó la revista COCINA (número 19, noviembre del 2002), Hofmann declaraba: "Yo siempre digo a los alumnos que tienen que ser ellos mismos: siempre tienes que intentar volar. Pero también hay que tocar de pies a tierra". No hay duda que la huella que deja a muchos establecimientos de todo el territorio es imborrable.
