Los vinos catalanes no sólo entran por el paladar...También lo hacen por la vista! Os hemos seleccionado nueve bodegas que destacan por la singularidad del espacio y por la atención a todos los detalles para crear una experiencia única.
Celler Carles Andreu
La Bodega Carles Andreu es un ejemplo de como convertir un antiguo corral y un almacén en una bodega con vistas del río Anguera. El espacio, que se puso en marcha el 2004, consta de una cava subterránea, una zona de elaboración, un laboratorio, almacenes, sala de catas y degustaciones y una zona de recepción y venta.
Brugarol
El estudio olotense RCR Aranda Pigem Vilalta ha creado una estructura de planchas de acero construida bajo tierra que esconde un laberinto de pasillos donde la luz exterior crea un juego de sombras que os dejará embobados. La bodega Brugarol está situada en unas tierras de cultivo de vino autóctono y preciado, y los vinos y escumosos que ofrecen han recogido varios premios y distinciones por su calidad, artesanía y ausencia de aditivos.
Mas Blanc i Jové
Dentro de esta bodega familiar —el proyecto arquitectónico también lo es—, hay la huella de Josep Guinovart, tanto en la viña como el mural que preside la sala de cata. Vienen de la tierra y esta es una máxima que siempre tienen presente. Por eso, la bodega es autosostenible energéticamente y respetuosa con el entorno.
Mastinell
En La Rioja hay muchos ejemplos, pero en Cataluña, seguramente, esta es la única bodega que ha creado un hotel singular como parte de la oferta enoturística. Su arquitectura emula un conjunto de botellas de cava y el tejado, construida con la técnica del quebradizo, rinde homenaje a Antoni Gaudí. Visitadlo y podréis saber qué siente el cava cuando reposa dentro de la botella!
Ferrer Bobet
Os imagináis un barco en medio de las viñas del Priorat? Pues esto es lo que ha creado el equipo del despacho de arquitectura Espinet-Ubach. El entorno montañoso da un aspecto todavía más singular al conjunto, bajo el cual encontramos la bodega y todas las instalaciones técnicas. De este modo, el edificio sirve como punto de acceso para los visitantes, que no sospechan todo lo que se esconde en el interior.
Waltraud
Este es el espacio de Torres dedicado al envejecimiento de los vinos. Diseñado por Javier Barba, se ha convertido en una de los iconos del Penedès.
Mas Rodó
El estudio Sala Ferusic combinó la madera y el acero para crear un espacio que quedó finalista de los Premios FAD de Arquitectura Sostenible. La bodega se encuentra rodeada por las viñas, donde la uva es cosechada manual y cuidadosamente para conseguir vino de alta calidad. Además, tanto la bodega como las viñas están diseñadas para llevar a cabo una baja producción.
La Gravera
En un paraje rodeado de piedras, Sala Ferusic creó una bodega totalmente integrada en el paisaje, con la piedra, está claro, como protagonista. Si lo visitáis, descubriréis por qué ha ganado el premio a la Mejor Práctica Sostenible y Responsable.
Edetària
Esta bodega es un buen ejemplo de integración en el entorno, en medio de la llanura de Gandesa, las montañas de Pàndols Caballos y la cordillera de los Ports. La arquitectura y las instalaciones han sido concebidas para facilitar el proceso y el trabajo de cada día.
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