Los autóctonos empezaron el día cosechando el trigo de los campos. Mientras tanto, bajo un soportal metálico del centro de la población, una decena de mujeres malianes trasteaban en una cocina improvisada. Bombonas de butano, una vaporadora, una cuscussera, palanganes para remojar el trigo escuadrado y un rincón para pelar las hortalizas se acumulaban en una banda del soportal. Algunas vigilaban el cuscús con un hijo dormido a las espaldas; otros, pelaban cebollas mientras amamantaban un bebé, y todas charlaban animadamente mientras los aromas de los condimentos de su país invadían el espacio.
"Para hacer el cuscús primero hay que remojar la sémola", explica la portavoz de la asociación Bencadi, una entidad formada por una veintena de malians que viven en poblaciones de la Segarra y la Noguera y que se encarga de las comidas de algunas fiestas populares de la zona. "Después se le añade un poco de aceite y se deja reponer un rato" porque el gra se hidrate. Antes de ponerlo al escalfor del vapor, las mujeres africanas remueven la sémola con las manos para deshacer los grumos que se acostumbran a hacer.
Es el momento de empezar a cocer el trigo con un poco de sal. Mientras tanto, otro grupo de tres o cuatro madres e hijas prepara el caldo que regará el cuscús. Hoy será de verduras y carne de cordero, porque es el que la tierra los ha proporcionado. Los malians que también forman parte de la asociación no son a la cocina. Conversan a la sombra y organizan.
En la plaza Mayor del pueblo, al final de las escaleras que suben hasta la iglesia, se acumula el trigo que se ha segado por la mañana. Delante hay un escenario, y al lado, dos cocinas solares. Cada una cuece una cazuela, tapada, con aceite caliente. Media docena de madres de Malí abocan unas pelotas de harina. Es el 'farné', una demasiada fuerza líquida hecho con harina, agua, levadura y azúcar que dejan reponer en una grande palangana de plástico. Cuándo ha aumentado de volumen hacen un tipo de buñuelos que a continuación se fríen. Cómo que detrás del acto de hoy hay Slow Food Tierras de Lleida, el sistema de cocción es sostenible y alternativo: dos parabólicas encaradas hacia el sol que, con el escalfor, acumulan temperatura y permiten la cocción de los 'farné'.
El cuscús ya está a punto y los participantes en la Fiesta del Batir de la Sentiu de Sió toman posiciones alrededor de las mesas que ocupan parte de la calle que trae a la plaza. De primero, hojas de hortalizas de Josep Pàmies aliñadas con aceite de la comarca. De segundo, el cuscús de cordero y verduras, plato que comparten varios países norteños de África. Y a los postres llegan los 'farné', esponjosos y dulces —sin empalagar—, y un vaso con 'ginginbé', la versión maliana del arroz con leche: sémola con yogur, leche y vainilla. Además de vino y agua, las mujeres de Malí también han preparado 'bissap', una bebida de color rojo oscuro y dulce elaborada con flores secas de hibisco infusionades, azúcar, un poco de menta y un toque de vainilla. Es la bebida nacional del Senegal, pero también se encuentra en países del cercando como Malí.
La lluvia sorprende a primera hora de la tarde, pero sólo son cuatro gotas. Llega el momento de batir el cereal y los hombres de la asociación Bencadi son ahora los protagonistas. Con palos golpean las espigas al ritmo de la música de su país, que también hace bailar sus compañeras.
