Uno de los hostales de un núcleo de Aiguamúrcia, Santas Cruces, que, gracias a la presencia del monasterio, había sido etapa y cobijo de viajeros. La farola de la esquina nos avisa que, terminada la hospitalidad medieval, hubo que ofrecer a viajantes y passavolants un lugar donde hacer sojorn. Hoy, además, ofrecen la posibilidad de hacer una calçotada. Con la práctica de las fondas: el primero que llega, suyo. Pero seguro que no os costará hacer tiempos si llegáis pronto y os ponéis de acuerdo con en Joan de ir en una hora determinada. Podéis hacer un tumbo por el monasterio. O comprar unos barquillos del Abad de Santas Cruces. O, simplemente, hacer hambre.