Si la calçotada excelente que ofrecen a Las Velas no fuera ya suficiente, la lección de geografía que el establecimiento permite pagaría la pena. Y es que, a los pies de la terraza del restaurante, podréis contemplar el Alt Camp en todo su esplendor y extensión. Por algo Las Velas es en pleno cuello de Lilla, en medio de la natura y a tocar de la carretera que dirige, ofreciendo a los más entusiastas de la bicicleta la posibilidad de premiarse después de una escalada que no todo el mundo estará en disposición de afrontar. Un golpe terminada la calçotada, si se quiere seguir hasta Montblanc, para estirar las piernas, o plegar velas y volver a casa, es algo que cada cual tendrá que decidir. Eso sí, como en la mayoría de casos, no os refieu de vuestra buena suerte. Reserváis día y hora. Que las buenas cosas suelen ir buscadas.