El marco donde se instalarán no podría ser mejor, puesto que ocupan un local de los bajos de la Casa Calvet, uno de los primeros edificios de Gaudí en Barcelona. Por el hecho de tratarse de un inmueble de viviendas, para entrar sólo se puede hacer o bien al restaurante que hay al local de la derecha, o bien, desde hoy, a la xocolateria Brescó. La reforma de este espacio ha ido a cargo del equipo DeSafrà, que se ha invertido a mantener los referentes gaudinians de la construcción —muy austera, puesto que originalmente fue concebida como un taller textil— y, en este sentido, es llena de detalles que se van descubriendo despacio. La parte principal del local lo ocupa el azulejo y las estanterías llenas de productos xocolaters, y al fondo de todo hay una zona con mesas para poderlos degustar allá mismo. El chocolate caliente y ahora en verano un batido de chocolate hecho por la misma casa serán, probablemente, los productos más solicitados por la gente que se entable.
El catálogo de Brescó es enorme, puesto que contiene más de 350 referencias. Algunas de las más representativas pueden ser la baldosa de chocolate con un 99% de cacau, las frutas (fresa, naranja, melón…) cornadas con chocolate negro, las trufes o la crema de cacau para untar. Cuando sea la época, los turrones y las mones prometen protagonizar el escaparate de la tienda.
Brescó es hoy una pequeña empresa de quince trabajadores que trabajan bajo las órdenes del maestro xocolater Luis Morera, que ha optado para mantener el sistema de producción en el punto justo entre el espíritu tradicional y la innovación tecnológica. Morera es un profesional de larga trayectoria —antes ha pasado por marcas como Valor o Chocovic— muy respetado en el sector, una parte del cual asistió a la presentación de la tienda que tuvo lugar el pasado jueves, con presencia, entre otros, de xocolaters como Enric Rovira.
