El Basílico de Barcelona se convierte en gastrobar
El local se renueva y propone una carta de platillos modernos con base tradicional
Basílico
Pica-pica divertido con un toque informal sin renunciar en la base tradicional de la cocina. El restaurante Basílico, al Paralelo de Barcelona, reabre después de cinco semanas con una propuesta culinaria que da un giro de 180º respecto al que nos tenía acostumbrados.
El maestro de esta renovación ha sido Pere Nacarino, chef ejecutivo del restaurante, con la ayuda de Roger Garcia, la cabeza de cocina, que después de pasar por la Fonda España y el Bar Cañete se instala al Paralelo para ofrecer platos como la ensalada de tomate corazón de buey con ventresca de atún, las ostras fritas con tártaro de algas, el bistec tártaro con cremós helado de mostaza o el babà, entre otras propuestas. Cocina de temperaturas El producto de proximidad y de calidad es el gran protagonista de la carta del Basílico, que sorprende por su presentación: los platos se distribuyen en función de la temperatura de cocción, si es que hay. Así, los tártaros, las ensaladas o el carpaccio ocupan el espacio de alimentos de 5 ºC a 10 ºC; el morro de bacalao y el huevo a baja temperatura los encontraremos al espacio de 50 ºC a 70 ºC; la tempura y las croquetas, entre 180 ºC y 200 ºC, y la carne se sitúa en la franja de los 200 ºC a los 240 ºC.
También encontramos cazuelas que homenajean la cocina tradicional del país: de verduretes, de tripa y de fricandó, además de una elige de quesos catalanes y una selección de vinos del país para regarlo todo. Por la noche, si os apetece, también podréis hacer una copa a la barra y en todo momento disfrutar del menú de 'vermuteig'.
La nueva decoración del restaurante está pensada para ofrecer un ambiente distendido, familiar y cómodo, inspirada en las tradicionales bodegas de barrio, con mesas y sillas de varias tipologías y medidas.
Apuesta del Grupo Andilana El Basílico pertenece al Grupo Andilana, que hace más de cincuenta años abrió el Hostal Vuestra Hogar, en Palamós. Fue el punto de partida de una expansión que, hoy, se traduce en locales de restauración en todo el mundo. En Barcelona también tiene Las Quince Noches, La Dulce Hermínia y La Fonda, entre otros.