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La oveja ripollesa y la patata del bufete al arca del Gusto de Slow Food
La oveja ripollesa y la patata del bufete al arca del Gusto de Slow Food
Actualmente ocho productos catalanes tienen esta distinción
La oveja ripollesa tiene la cara y las patas pigades
La patata del bufete tiene un gran valor culinario
La judía de la aguja de gancho, la malvasia de Sitges, los brotons y espigalls, la col paperina, la escarola perruqueta, el gallo del Penedès y, ahora, la patata del bufete y la oveja ripollesa.
Estos son los ocho productos catalanes que integran el arca del Gusto de Slow Food, un catálogo de alimentos de todo el Estado español seleccionados por su procedencia —una pequeña producción agroalimentaria artesanal de alta calidad— y por sus sabores —a veces olvidados.
Es el caso de la oveja ripollesa, destinada tradicionalmente a la elaboración de carne, quesos y leche. Es de mucha calidad, pero de baja producción. Dos de sus productores más destacados son Hace falta Pauet, en l'Espunyola (Berguedà), y Mas Marcè, en l'Empordà, que, además, hacen producción biodinámica y ecológica, respectivamente.
En cuanto a la patata del bufete, es un tubérculo de gusto extraordinario y de gran calidad. Pero su baja productividad encarece el precio y su aspecto externo irregular —con una fuerte presencia de brotes u ojos que hacen difícil la acción de pelarlas— hacen que los consumidores opten por otras variedades más comerciales. De patata del bufete hay de blanca y de morada o negra. La cultivan varios productores, como Josep M. Gamissans, a la Guixa, Joan Pujantell, y los miembros de la Asociación de Productores de la Patata del Bufete de Orís y los Hortalans de Préstamo y la Teuleria de Corcó, en Osona.