La naturalidad de los ingredientes y de la cocina también se manifiesta en el interiorismo: madera al pavimento, a las mesas y al mobiliario en general; música clásica de banda sonora, y tonos neutros porque la atención recaiga sobre los platos. La cocina está abierta todo el día, cosa que permite almorzar, comer, merendar o cenar, según los horarios de cada cual. Y las posibilidades de la carta van desde ensaladas, sopas, cremas, surtidos para compartir y almuerzos de tenedor hasta platos del día recomendados o las 'tartines', tostadas con combinaciones originales que despiertan el hambre de cualquiera. Tés, cafés, refrescos y bebidas caseras como la limonada con menta ayudan a echar abajo los platos, todos en proporciones adecuadas para quienes quiere comer sin atipar-se ni pasar hambre.
En todos los platos, el pan tiene un papel destacado. No es un simple acompañamiento para saborear las cremas de garbanzos o de berenjena ni para ayudar a tragar la ensalada. Es un pan de categoría que también se puede comprar al local adyacente, que funciona como panadería. Baguet, redondo, pan de centeno, de espelta o productos de bollería se pueden llevar en casa o bien saborear a la mesa comunal del restaurante, con un buen aceite o una buena mermelada como acompañamiento. No es el mejor pan de la ciudad, pero es un intento de dignificarlo. De momento las masas llegan congeladas de Madrid, pero la búsqueda de un segundo establecimiento en la Ciutat Condal y la confianza que el negocio funcionará pronto convertirán el sótano del primer establecimiento barcelonés en obrador propio.
* Le Pain Quotidien. Provenza, 300. Barcelona. Tel. 93 467 52 66.
