Con este proyecto se reinventa el concepto de restaurante: ya no consiste a salir a comer fuera y pedir a la carta, sino que cada persona comprará el que quiera probar y podrá sentarse en alguna de las zonas que se están habilitando para estas funciones. Parte de la plantilla que formará el equipo de cocineros serán jóvenes que hace poco que han acabado los estudios. Joan Mañosa, uno de los promotores de la propuesta, considera que es mejor no centrarse sólo en un tipo de público, y por lo tanto la oferta será muy variada y al alcance de todos los bolsillos. De este modo, este nuevo modelo permitirá atraer la atención tanto del turista cómo del barcelonés.
Además de apostar por un servicio gastronómico diferente, Mercado Princesa —que ocupará el antiguo Café de la Princesa— incorporará un club de fumadores, un clandestino y una galería donde se expondrán imágenes de fotoperiodismo relacionadas con la actualidad.
Ahora sólo hay que esperar poco más de un mes para "saborear las patatas bravas más deliciosas de la ciudad en un espacio gastronómico único", tal como escriben a su cuenta de Twitter.
