Iniciativas de todo tipo en todo el país invitan a comer cebollas dulces
Calçots
Más de 100.000 calçots, más de 40.000 visitantes y el reto de superar los 3,7 kilos de cebollas que hace unos años va endrapar Ramon Forés han sido los preludios de la Gran Fiesta del Calçot de Valls, el encuentro popular que da el pistoletazo de salida a las calçotades de restaurante y con amigos y familia que año tras año ganan adeptas en todo el país. Ayer, la capital de la Alt Camp estrenó oficialmente la temporada con un concurso que ganó Adrià Wegrzyh por séptimo golpe al ingerir 225 calçots (3.370 gramos), seguido por David Adelantado y Ramon Caballero. Susana Visuarà, una gaditana que ha sido la primera mujer a participar en la come desmesurada de cebollas, no pudo lograr el podio.
La fama de los calçots ha saltado fronteras y ha llegado hasta Manchester, con dos jóvenes que también concursaron al afartament, o en el Japón, que este año ha enviado la cadena televisiva estatal para retransmitir la fiesta. Además, algunas agencias de viajes niponas ya organizan desplazamientos para asistir a la grande calçotada, porque el fenómeno ha atraído la atención de la población.
Además del concurso, la feria y la comida popular de calçots, la fiesta de Valls también incluye una competición entre productores de calçots que este año ha ganado Jordi Rovira, labrador que ha destronado Jaume Solé, vencedor de los últimos cuatro años. Pero alerta con el cultivo de cebollas dulces, porque a Twitter han denunciado robos, "peor que el de cocer", aseguran.
Sin cambiar de continente, esta vez los calçots también han llegado a Madrid. Lo han hecho a través de la tienda en línea Mumumio, especializada en productos gurmet y ecológicos, que ha preparado un 'kit' para saborear calçots a la capital del Estado con la teja para mantenerlos calientes, la salsa romesco, avellanas para reivindicar el territorio y los baberos correspondientes.
Nadie sin calçot Un año más las iniciativas alrededor de los calçots se suceden: varios barrios de Barcelona y otras poblaciones empiezan a organizar las calçotades populares con cebollas cultivadas en huertos urbanos; la tienda Calsots.com, dedicada a la venta en línea de calçots de Valls con IGP, ha organizado el concurso de la Reina del Calçot para dar visibilidad a las menjadores de cebollas dulces, y el Hotel Hostal Sport y la Cooperativa Falset Marçà han puesto en marcha las salidas 'Calçots entre copas', una escapada enogastronòmica que combina una visita a la bodega prioratí con un menú para grupos con calçots enlucidos con mayonesa de cepos, calçots con romesco, graellada de carne con patata al rescoldo y allioli y flan casero, maridat con vinos de la cooperativa.
El restaurante Naguabo de Granollers ya sirve la pizza de calçots con romesco y desde El Molino de l'Escala el chef Jordi Jacas ha preparado para el espacio Grids Brasa su versión del menú de cebollas de invierno: calçots ecológicos o garoines a voluntad, tres salsas de romesco para acompañarlos, 'txuletón' de Donostia y crema catalana puesta al día para los postres. Una oferta diferente por un precio cerrado de 25 €, a la altura de muchos bolsillos.
La creatividad y la pasión que últimamente han surgido alrededor del punto y la media también han dado vida a los calçots, con ejemplos como los llaveros de fieltro de Enana's Chorros, y en el terreno de las camisetas hace tiempos que Catalunyam y Los Ton's ponen su gra de arena al mundo del calçot. Finalmente, la literatura también se ha rendido a los encantos de la cebolla y Josep Santesmasses acaba de publicar 'Ay hijo, que no te regalimi la salsa!', una compilación de cuentos en que las historias están ligadas al vegetal.