La nectarina es una de las frutas más sabrosas que encontramos en verano y, por eso, se ha popularizado mucho. Más allá del falso mito que dice que es un híbrido entre la ciruela y el melocotón, vale la pena tener en cuenta algunos puntos a la hora de elegirla y conservarla. De este modo, podremos comer nectarinas cuando más nos apetezca y con la garantía de que estarán en su punto óptimo de maduración:
- Hay diferentes variedades de esta fruta de hueso de sabor dulce y ligeramente ácido. Las podemos clasificar en dos grupos: las de pulpa blanca y las de pulpa amarillenta, o anaranjada.
- Es una fruta muy frágil, blanda y delicada. Escoged ejemplares de piel lisa y brillante, firmes y un poco flexibles al tacto. Demasiada dureza puede indicar que no han madurado bastante, o bien que la pulpa no es de todo jugosa. Además, tenemos que tener en cuenta que el contenido de azúcar de las nectarinas no aumenta cuando se han recolectado, por eso es importante cosecharlas muy maduras y aromáticas.
- Cuando ya las tengáis en casa, manipuladlas con cuenta, puesto que se malogran fácilmente, no las guardáis una encima la otra ni con ninguno otro peso encima. Se pueden conservar durante varios días a temperatura ambiente, y algunas semanas a la nevera. En este último caso, es conveniente temperarlas un poco, así resultan más dulces y sabrosas.
