Fresas, la fruta del buen tiempo

Todo sobre el fruto rojo más apetitoso

Maduixes

Maduixes

Esta pequeña fruta originaria de los Alpes ha sido siempre un producto de seducción en todos los sentidos. Los romanos, unos de los primeros pueblos que la consumió, ya la consideraba un alimento de los dioses, exclusivo de las clases nobles. Con las fresas llega el estallido de la primavera, puesto que la temporada empieza justo cuando acaba el invierno y los campos de cultivo se tiñen de un rojo encendido y de una fragancia intensa.

Son frutos efímeros que ofrecen su mejor sabor cuando están maduros, recién recolectados, por lo que no soportan bien el almacenamiento y se conservan muy pocos días en condiciones óptimas de consumo. Son poco calóricas, antioxidantes y aportan un alto contenido de vitamina C y fibra. Además, limpian y purifican el organismo.

Existen diferentes tipos de fresa. Para distinguir cada variedad nos servimos de los diminutivos y de los aumentativos: fresillas, fresas y fresones. A pesar de que en el fondo todas son la misma fruta, cada una tiene aplicaciones diferentes.

- Fresillas. Las fresas más pequeñas de todas, de la medida de un garbancito, se tienen que cosechar de manera muy cuidadosa y, aunque cuando maduran son rojas, inicialmente tienen un color rosado. La variedad más apreciada se denomina Reine des Vallées. A pesar de que son frutos de origen silvestre –su hábitat natural son los bosques de alta montaña–, las que se venden en el mercado son de cultivo y tienen un tamaño mayor.

- Fresas. Las fresas tradicionales de nuestros lares –es decir, las variedades típicas del Maresme– tienen un color rojo más claro, son más perfumadas, menos duras, más sabrosas y más redondas que los fresones. Son exclusivamente de cultivo y, de hecho, son el resultado del cruce de varias especies de fresillas. Una vez cosechadas, se conservan en condiciones durante 4 o 5 días.

- Fresones. De la medida de una ciruela, son las variedades más comercializadas actualmente, porque en el campo son las más rentables y fuera de la fresera tienen mucha resistencia –se conservan bien durante una semana–. Tienen su origen en la hibridación de la variedad de silvestres europeas con variedades americanas. Su carne quizás es menos sabrosa que la de las variedades más pequeñas, pero en cambio es más firme.

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