Que este no será un Sant Jordi normal, todo el mundo lo tiene claro. Tanto si llueve como si hace sol, este año en las calles del país no habrá paradas de libros ni de flores. Pero, el espíritu de la fiesta continuará vivo, ya sea con la venta de libros en linea, para llevar ahora a domicilio —como también de rosas— o para recoger 'in situ' una vez pase el confinamiento. Y lo que tampoco para es la tradición de elaborar y de comer pan de Sant Jordi. Porque la mayoría de hornos, establecimientos de proximidad y esenciales durante el confinamiento por el Covid-19, no sólo continúan elaborando pan y bollería diariamente, sino que esta semana también mantienen la costumbre de comer esta pieza de pan coincidiendo con la fiesta de Sant Jordi. La diferencia, este año, es que, de manera excepcional, algunas panaderías llevaran el pan a los domicilios particulares.
A pesar de que es un pan habitual por estas fechas, la tradición no es muy lejana. De hecho, empezó a finales de la década de los años 80 del siglo pasado, cuando Eduard Crespo, de la Panadería Balmes de Barcelona, lo ideó a demanda del Gremio de Panaderos de Barcelona, que lo difundió en todo el país. Se trata de una pieza que, enriquecida con sobrasada y queso, reproduce las cuatro barras catalanas al cortarla en rebanadas. El secreto de este pan es la elaboración de tres masas (una de sobrasada para el color rojo, una de queso para el amarillo y una de nueces, que envuelve la bandera), sin usar ningún colorante artificial.
El mejor de Cataluña
A pesar de ser una tradición relativamente nueva, su consumo se ha generalizado, tanto por Sant Jordi cómo por la Diada del 11 de septiembre, e, incluso, el Gremio de Panaderos de Barcelona celebra, desde el 2018, un concurso anual para conocer cuál es el mejor pan de Sant Jordi de Cataluña. En la última edición, la del 2019, el reconocimiento fue para Pan Pan Bread, una panadería de Lleida con poco más de cinco años de existencia y con Roger Canela como maestro panadero.
