Hoy en día es muy fácil encontrar de todo, todo el año. De una manera casi inconsciente nos hemos olvidado de que en invierno no tendría que haber cerezas en las tiendas y de que si hacemos un zumo de naranja en verano, lo estaremos haciendo con fruta que no es de temporada.
Más allá de respetar el ciclo natural de las cosas, comer fruta, hortalizas y verduras de temporada es beneficioso para nosotros y también para la economía y el medio ambiente. Por lo tanto, ¿qué motivos tenemos para comer productos de temporada?
- Ayudamos los agricultores. Si comemos productos de temporada estamos ayudando los productores agroalimentarios. Si el producto es de temporada es mucho más fácil que, a la vez, sea de proximidad y, por lo tanto, ayudamos al tejido económico y productivo del territorio.
- Ayudamos al medio ambiente. Puesto que los productos de temporada nos llegan de más cerca, hay menos gastos de transporte y, por lo tanto, menos contaminación, puesto que se acorta la cadena de distribución.
- Ayudamos a nuestra salud. Que el transporte entre el lugar de origen y la tienda sea más rápido también tiene beneficios para nuestra salud, puesto que evitamos tener que someter los productos a procesos de conservación que reducen la cantidad de nutrientes. El producto de temporada y de proximidad llega fresco a las tiendas y casi nunca se tiene que someter a refrigeración o congelación, de forma que, a la hora de consumirlos, nos aportan todos los nutrientes y, por lo tanto, son más saludables.
Ya no tenéis excusa, pues, para disfrutar de los productos de temporada, pero, ¿qué es un producto de temporada y de proximidad? Pues, en general, se consideran alimentos de temporada los que se encuentran en el punto óptimo de consumo, y que sólo están disponibles en el mercado, de manera natural, durante un cierto periodo de tiempo en algún momento del año, debido al ciclo biológico.
Por otro lado, los alimentos de proximidad son los procedentes de la tierra, la ganadería o la pesca, o bien resultantes de un proceso de elaboración o transformación en una distancia cercana entre el productor y el consumidor, con el menor número posible de intermediarios. En este sentido, a veces se definen como productos de una región y otras en los cuales la distancia entre el lugar donde se producen y el lugar donde se venden es de un número determinado de kilómetros (por ejemplo, máximo 100 km.).
