Ensalada de caballa salada con ratafía y pistachos

Por Xavier Gruber

Tipo de plato Primeros

Dificultad Baja

Raciones 4

Sin
gluten Sin
lactosa

Ingredientes

4 caballas
Caballa
Pescado azul de forma esbelta y lomo con rayas oscuras más o menos transversales. El tamaño habitual (entre unos 20 y unos 30 cm) lo hace un pescado de ración ideal, una vez abierto o fileteado, para hacer a la plancha o bien a la brasa. La firme carne, además, acepta otras cocciones, entre las cuales destaca el escabeche, una vez cortado el pescado a rodojas gruesas. En los países atlánticos, donde también menudea bastante la pesca de este pez, se ha desarrollado la conservación por ahumado, cosa que permite incorporarlo a los entrantes y las ensaladas. Los japoneses también valoran mucho las especies de caballa de sus mares, y preparan uno de los sushi más populares, con el pescado cortado, después de curarlo un poco en sal. El talón de Aquiles de la caballa, empero, es su conservación: como pasa con todo el pescado azul, el alto porcentaje de grasas lo hace especialmente delicado.
1 escarola
Escarola
Verdura de aliñar emparentada directamente con la achicoria y originaria, también, de la región mediterránea, donde griegos y romanos las empleaban como hierbas medicinales. Fue hacia el siglo XIV cuando el uso de la escarola como ingrediente crudo se generalizó, en Europa, junto con la mencionada achicoria, que también se cultivaba.

De hojas más grandes y recortadas, el ramo que forman tiene la parte central más blanca y tierna, opción que se favorece ligándolas durante el tiempo previo a la cosecha, favoreciendo su blanqueo, lo que, de paso, le reduce la amargura. Con tendencia a marchitarse, se puede conservar unos días envuelta con un trapo húmedo. En nuestros lares, se suele comer cruda, cortada en el último momento y aliñada con vinagreta o salsas del tipo 'xató', y otras cocinas europeas la incorporan en platos como, por ejemplo, quichés o braseados.
1 zanahoria
Zanahoria
Nabo de reserva de la planta bianual que parece que era habitual en Asia central cuando todavía era de color malva y con una consistencia absolutamente fibrosa. Una mutación le dio el color claro y las atenciones de los cocineros la fueron transformando hasta convertirla, a mediados del siglo XIX, en el producto imprescindible de la cocina que es hoy. Vendida a menudo con las hojas, para darle un aspecto más natural, conviene eliminarlas para evitar la excesiva evaporación que, a través de ellas, se produce y las mustia. La misma razón por la que conviene guardarlas en la nevera en una bolsa, pero sin cerrarla del todo. Con la parte central, el eje de la raíz, más coriácea y que, para ciertos preparados, se tiene que eliminar, constituyen una fuente excelente de vitaminas, incluso cocidas, puesto que la vitamina A, buena para la vista, no se destruye. Crudas, además, aportan mucha vitamina C.
2 tomates
Tomate
Uno de los frutos que últimamente están sufriendo una evolución y una diversificación más acusadas, con variantes de muchas formas y propiedades que cubren el calendario anual. Nada que ver, ya, con aquellas dos formas básicas, el tomate convencional y el tomatillo, que los colonizadores descubrieron en el imperio azteca y trajeron, en la primera forma, hacia el Mediterráneo, sobre todo a Italia.
1 puerro
Puerro
Verdura nacional francesa, este pariente del ajo y la cebolla, como ellos, bianual, ya lo conocían egipcios y celtas. De gusto más dulce, incluso un poco azucarado, que la cebolla, se le suele arrimar tierra para garantizar que la parte blanca sea lo más larga posible. Precisamente dicha técnica es la que hace recomendable su limpieza a fondo, para retirar la tierra que se pueda haber depositado entre las hojas. Bautizado, en Europa, como el 'espárrago del pobre', resulta excelente en los preparados de esta otra verdura. También como sustituto de la cebolla, en determinados sofritos. Pero conviene no olvidar la función básica que tiene en la 'vichyssoise', la madre de las cremas frías. Su cocción, cuando es protagonista de un plato, no tiene que ser muy larga, para evitar que adquiera textura pastosa, no muy agradable; la misma que coge si lo congelamos una vez cocido.
250 g de sal gruesa
aceite de oliva
Oliva
Fruto del olivo, que, hasta que se inventó el deshuesador, estaba condenado a convertirse en aceite o a ser un aperitivo. Desde entonces, sin embargo, pudo entrar en la cocina como un ingrediente más, incluso con derecho a cocción. Y también enriquecer el abanico de productos conservados, gracias al relleno. El primero y más tradicional, el de la anchoa, pero hoy con un número interesante de variantes, como el pimiento.
250 ml de ratafía
Ratafía
Licor tradicional catalán amparado por una indicación geográfica protegida, que se prepara en varias regiones de montaña de nuestro país a base de macerar en agua y alcohol, durante un mínimo de dos meses, nueces tiernas recién partidas y una mezcla de hierbas y especies que cada productor define. Pasado este tiempo, el líquido se somete a un proceso de decantación previo a la incorporación de un sirope de azúcar más o menos caramelizado, que le dará tanto el color tostado característico como el toque dulzón tradicional, y a un proceso de envejecimiento en barriles de madera durante un mínimo de tres meses, tras los cuales se envasa en las botellas de vidrio características.

La graduación alcohólica habitual –entre el 23 y el 26%– la hace una bebida apta para la sobremesa o para tomar a media tarde, acompañando algún dulce.
50 g de pistachos
Pistachos
Fruto de un árbol originario de Asia menor (una región que, todavía hoy, es su principal productora), que llegó al Mediterráneo en el siglo I antes de Cristo, y que se esparció por toda la cuenca. Árbol dioico (con pies machos y hembras, como el sauce), desapareció de la Península, donde los árabes lo cultivaban, al ignorar los reconquistadores este hecho y arrancar los pies machos, según ellos, improductivos. Hoy reintroducido como alternativa al almendro (hay cultivos en zonas del Segrià), por la resistencia al secado, el fruto, denominado indistintamente 'alfóncigo' (del árabe 'fústuq') o pistacho (del griego 'pistákion'), se ha hecho un hueco en la cocina y la repostería, en parte, por el color verde de la pulpa, que aparece al pelarlo, y, en parte, por la textura, que, como el resto de frutos secos, puede aportar tanto entero como picado o molido. Tostado y, generalmente, salado, es un aperitivo habitual.
verdes
50 g de azúcar

Ensalada de caballa salada con ratafía y pistachos

Ingredientes

4 caballas
Caballa
Pescado azul de forma esbelta y lomo con rayas oscuras más o menos transversales. El tamaño habitual (entre unos 20 y unos 30 cm) lo hace un pescado de ración ideal, una vez abierto o fileteado, para hacer a la plancha o bien a la brasa. La firme carne, además, acepta otras cocciones, entre las cuales destaca el escabeche, una vez cortado el pescado a rodojas gruesas. En los países atlánticos, donde también menudea bastante la pesca de este pez, se ha desarrollado la conservación por ahumado, cosa que permite incorporarlo a los entrantes y las ensaladas. Los japoneses también valoran mucho las especies de caballa de sus mares, y preparan uno de los sushi más populares, con el pescado cortado, después de curarlo un poco en sal. El talón de Aquiles de la caballa, empero, es su conservación: como pasa con todo el pescado azul, el alto porcentaje de grasas lo hace especialmente delicado.
1 escarola
Escarola
Verdura de aliñar emparentada directamente con la achicoria y originaria, también, de la región mediterránea, donde griegos y romanos las empleaban como hierbas medicinales. Fue hacia el siglo XIV cuando el uso de la escarola como ingrediente crudo se generalizó, en Europa, junto con la mencionada achicoria, que también se cultivaba.

De hojas más grandes y recortadas, el ramo que forman tiene la parte central más blanca y tierna, opción que se favorece ligándolas durante el tiempo previo a la cosecha, favoreciendo su blanqueo, lo que, de paso, le reduce la amargura. Con tendencia a marchitarse, se puede conservar unos días envuelta con un trapo húmedo. En nuestros lares, se suele comer cruda, cortada en el último momento y aliñada con vinagreta o salsas del tipo 'xató', y otras cocinas europeas la incorporan en platos como, por ejemplo, quichés o braseados.
1 zanahoria
Zanahoria
Nabo de reserva de la planta bianual que parece que era habitual en Asia central cuando todavía era de color malva y con una consistencia absolutamente fibrosa. Una mutación le dio el color claro y las atenciones de los cocineros la fueron transformando hasta convertirla, a mediados del siglo XIX, en el producto imprescindible de la cocina que es hoy. Vendida a menudo con las hojas, para darle un aspecto más natural, conviene eliminarlas para evitar la excesiva evaporación que, a través de ellas, se produce y las mustia. La misma razón por la que conviene guardarlas en la nevera en una bolsa, pero sin cerrarla del todo. Con la parte central, el eje de la raíz, más coriácea y que, para ciertos preparados, se tiene que eliminar, constituyen una fuente excelente de vitaminas, incluso cocidas, puesto que la vitamina A, buena para la vista, no se destruye. Crudas, además, aportan mucha vitamina C.
2 tomates
Tomate
Uno de los frutos que últimamente están sufriendo una evolución y una diversificación más acusadas, con variantes de muchas formas y propiedades que cubren el calendario anual. Nada que ver, ya, con aquellas dos formas básicas, el tomate convencional y el tomatillo, que los colonizadores descubrieron en el imperio azteca y trajeron, en la primera forma, hacia el Mediterráneo, sobre todo a Italia.
1 puerro
Puerro
Verdura nacional francesa, este pariente del ajo y la cebolla, como ellos, bianual, ya lo conocían egipcios y celtas. De gusto más dulce, incluso un poco azucarado, que la cebolla, se le suele arrimar tierra para garantizar que la parte blanca sea lo más larga posible. Precisamente dicha técnica es la que hace recomendable su limpieza a fondo, para retirar la tierra que se pueda haber depositado entre las hojas. Bautizado, en Europa, como el 'espárrago del pobre', resulta excelente en los preparados de esta otra verdura. También como sustituto de la cebolla, en determinados sofritos. Pero conviene no olvidar la función básica que tiene en la 'vichyssoise', la madre de las cremas frías. Su cocción, cuando es protagonista de un plato, no tiene que ser muy larga, para evitar que adquiera textura pastosa, no muy agradable; la misma que coge si lo congelamos una vez cocido.
250 g de sal gruesa
aceite de oliva
Oliva
Fruto del olivo, que, hasta que se inventó el deshuesador, estaba condenado a convertirse en aceite o a ser un aperitivo. Desde entonces, sin embargo, pudo entrar en la cocina como un ingrediente más, incluso con derecho a cocción. Y también enriquecer el abanico de productos conservados, gracias al relleno. El primero y más tradicional, el de la anchoa, pero hoy con un número interesante de variantes, como el pimiento.
250 ml de ratafía
Ratafía
Licor tradicional catalán amparado por una indicación geográfica protegida, que se prepara en varias regiones de montaña de nuestro país a base de macerar en agua y alcohol, durante un mínimo de dos meses, nueces tiernas recién partidas y una mezcla de hierbas y especies que cada productor define. Pasado este tiempo, el líquido se somete a un proceso de decantación previo a la incorporación de un sirope de azúcar más o menos caramelizado, que le dará tanto el color tostado característico como el toque dulzón tradicional, y a un proceso de envejecimiento en barriles de madera durante un mínimo de tres meses, tras los cuales se envasa en las botellas de vidrio características.

La graduación alcohólica habitual –entre el 23 y el 26%– la hace una bebida apta para la sobremesa o para tomar a media tarde, acompañando algún dulce.
50 g de pistachos
Pistachos
Fruto de un árbol originario de Asia menor (una región que, todavía hoy, es su principal productora), que llegó al Mediterráneo en el siglo I antes de Cristo, y que se esparció por toda la cuenca. Árbol dioico (con pies machos y hembras, como el sauce), desapareció de la Península, donde los árabes lo cultivaban, al ignorar los reconquistadores este hecho y arrancar los pies machos, según ellos, improductivos. Hoy reintroducido como alternativa al almendro (hay cultivos en zonas del Segrià), por la resistencia al secado, el fruto, denominado indistintamente 'alfóncigo' (del árabe 'fústuq') o pistacho (del griego 'pistákion'), se ha hecho un hueco en la cocina y la repostería, en parte, por el color verde de la pulpa, que aparece al pelarlo, y, en parte, por la textura, que, como el resto de frutos secos, puede aportar tanto entero como picado o molido. Tostado y, generalmente, salado, es un aperitivo habitual.
verdes
50 g de azúcar

Ensalada de caballa salada con ratafía y pistachos

Preparación

Limpiar los lomos de la caballa sacándoles la espina central y la piel. Marinar 24 h en sal gruesa. Pasado todo este día, limpiar de la sal y guardar en aceite de oliva.
Poner a reducir la ratafía con el azúcar.
Limpiar la escarola de las hojas más verdes. A continuación, cortar unos cuantos bastoncitos de zanahoria y puerro. Escaldar en agua hirviendo. Pelar y desgranar el tomate y cortar en cuadraditos pequeños.
Montaje: hacer un pequeño buqué de escarola y poner un bastoncito de zanahoria, uno de puerro y un poco de tomate. Añadir unos cuantos pistachos verdes y salsear con un poco de reducción de ratafía. Disponer al lado los lomos de caballa salados.