Ahora que el calor del verano nos obliga a refrescarnos a menudo, vemos entre envidia y compasión como algunos turistas tragan con fruición jarras y vasos de un brebaje frío y alcohólico que a menudo acaba con su entendimiento —y a veces también con el cuerpo— por los suelos. Lo llaman sangria, pero ¿lo es?La verdad es que casi nunca es la verdadera sangria. Hace poco se preguntó a una serie de personas vinculadas al mundo del vino su opinión sobre la sangria, y la mayoría la consideraba una bebida bastante indigna pensada básicamente para achispar a gente de poco criterio y mucha sed. A continuación, os damos una serie de consejos para tener en cuenta para hacer una sangria como es debido.
- Los ingredientes. Aquí está uno de los problemas principales. Una auténtica sangria se hace con vino tinto (ni blanco, ni rosado, ni espumoso), agua carbonatada (también llamada 'sifón'), azúcar, naranja y limón naturales (mejor a rodajas), un poco de canela y, si se quiere, melocotón de viña o alguna otra fruta mediterránea. Hay que ser generosos con las frutas, que al final nos las podremos comer. Y nada de licores ni destilados.
- La calidad. Si se quiere hacer un buen guiso se tienen que elegir ingredientes de buena calidad; pues con la sangria igual. El vino tinto, de calidad mediana o algo mejor (puede ser de un buen 'bag in box'). El sifón, el habitual de cualquier 'super'. La fruta, la que usaríamos para hacer un zumo, pero a rodajas (no pongáis zumo, y nunca jamás un refresco, por mucho que digan que es de fruta). Y la canela en rama, entera o a trozos.
- Preparación. Haced entre dos y cinco litros, dependiendo del número de bebedores y del volumen de consumo de cada cual, y para que sobre un poco. En una garrafa o una jarra, poned el vino, mezclad el azúcar al gusto, hasta que se disuelva, añadid las frutas (una cáscara de naranja de más y otra de limón no harán ningún mal) y la canela, tapadlo y dejad el recipiente en un lugar fresco, pero no en la nevera.
- Paciencia. Esto es muy importante. Una buena sangria tiene que confitar las frutas y el vino, y esto requiere un poco de tiempo. Si sois de tipo tranquilo y previsor, dejadla reposar tres o cuatro días, removiéndola muy a menudo y con energía (que no haga espuma) y con un día o dos tendréis bastante. ¡Ey¡, que estamos hablando de una buena sangria, no de un 'emborracha guiris'.
- Ya casi está. Pasado el tiempo adecuado de confitado o maceración, podéis colar el vino —si queréis embotellarlo sin las frutas— o repartirlo en recipientes más pequeños con frutas incluidas. Ahora la podéis guardar en la nevera, donde se conservará muy bien tres o cuatro días más. Y no, no pongáis el sifón, todavía, pero es el momento de corregirla si falta azúcar, canela (podéis añadir también un clavo de especie) o alguna otra cosa, recordando que todavía no lo habéis diluido con sifón.
- A punto para beber. Ha llegado el momento de beberos la sangria. Sólo hay que sacar el macerado de la nevera y poner sifón (o gaseosa, si sois más golosos) a vuestro gusto, con el añadido opcional de un cubito hecho con agua buena a cada vaso (no en la jarra o en la botella de servir, porque la aguaría demasiado), y disfrutar del trabajo hecho. Os recomendamos vino macerado y sifón a partes iguales, pero depende del gusto de cada cual.