Os damos un puñado de consejos para hacer una sangria buenísima

La sangria es una bebida muy típica del verano, hecha con vino tinto, sifón, naranja, limón, azúcar y especias

Sangria

Sangria Thinkstock

Ahora que el calor del verano nos obliga a refrescarnos a menudo, vemos entre envidia y compasión como algunos turistas tragan con fruición jarras y vasos de un brebaje frío y alcohólico que a menudo acaba con su entendimiento —y a veces también con el cuerpo— por los suelos. Lo llaman sangria, pero ¿lo es?La verdad es que casi nunca es la verdadera sangria. Hace poco se preguntó a una serie de personas vinculadas al mundo del vino su opinión sobre la sangria, y la mayoría la consideraba una bebida bastante indigna pensada básicamente para achispar a gente de poco criterio y mucha sed. A continuación, os damos una serie de consejos para tener en cuenta para hacer una sangria como es debido.

  1. Los ingredientes. Aquí está uno de los problemas principales. Una auténtica sangria se hace con vino tinto (ni blanco, ni rosado, ni espumoso), agua carbonatada (también llamada 'sifón'), azúcar, naranja y limón naturales (mejor a rodajas), un poco de canela y, si se quiere, melocotón de viña o alguna otra fruta mediterránea. Hay que ser generosos con las frutas, que al final nos las podremos comer. Y nada de licores ni destilados.
  2. La calidad. Si se quiere hacer un buen guiso se tienen que elegir ingredientes de buena calidad; pues con la sangria igual. El vino tinto, de calidad mediana o algo mejor (puede ser de un buen 'bag in box'). El sifón, el habitual de cualquier 'super'. La fruta, la que usaríamos para hacer un zumo, pero a rodajas (no pongáis zumo, y nunca jamás un refresco, por mucho que digan que es de fruta). Y la canela en rama, entera o a trozos.
  3. Preparación. Haced entre dos y cinco litros, dependiendo del número de bebedores y del volumen de consumo de cada cual, y para que sobre un poco. En una garrafa o una jarra, poned el vino, mezclad el azúcar al gusto, hasta que se disuelva, añadid las frutas (una cáscara de naranja de más y otra de limón no harán ningún mal) y la canela, tapadlo y dejad el recipiente en un lugar fresco, pero no en la nevera.
  4. Paciencia. Esto es muy importante. Una buena sangria tiene que confitar las frutas y el vino, y esto requiere un poco de tiempo. Si sois de tipo tranquilo y previsor, dejadla reposar tres o cuatro días, removiéndola muy a menudo y con energía (que no haga espuma) y con un día o dos tendréis bastante. ¡Ey¡, que estamos hablando de una buena sangria, no de un 'emborracha guiris'.
  5. Ya casi está. Pasado el tiempo adecuado de confitado o maceración, podéis colar el vino —si queréis embotellarlo sin las frutas— o repartirlo en recipientes más pequeños con frutas incluidas. Ahora la podéis guardar en la nevera, donde se conservará muy bien tres o cuatro días más. Y no, no pongáis el sifón, todavía, pero es el momento de corregirla si falta azúcar, canela (podéis añadir también un clavo de especie) o alguna otra cosa, recordando que todavía no lo habéis diluido con sifón.
  6. A punto para beber. Ha llegado el momento de beberos la sangria. Sólo hay que sacar el macerado de la nevera y poner sifón (o gaseosa, si sois más golosos) a vuestro gusto, con el añadido opcional de un cubito hecho con agua buena a cada vaso (no en la jarra o en la botella de servir, porque la aguaría demasiado), y disfrutar del trabajo hecho. Os recomendamos vino macerado y sifón a partes iguales, pero depende del gusto de cada cual.

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