Sopa de té verde y menta con garbanzos azucarados

Por Pep Nogué

Tipo de plato Postres

Dificultad Media

Raciones 4

Vegetariana Sin
gluten Sin
lactosa

Ingredientes

1 l de agua mineral
125-150 g de azúcar
5 g de agar en polvo
25-30 g de té verde
Té verde
Hojas del árbol del té que, a diferencia del té negro que solemos tomar en Occidente, no han sido sometidas al proceso de oxidación y, por lo tanto, conservan toda la riqueza de antioxidantes —y también de teína, el principio estimulante— de la planta. Simplemente desecado, el té verde es enormemente apreciado en Oriente por su sutilidad y diversidad, tanto en la variante china (desecado por calor) como en la japonesa (desecado con vapor). Curiosamente, es también el ingrediente básico del té con menta de la gastronomía norteafricana.

Básicamente empleado en infusión, que no tiene que llegar nunca a hervir, el té verde ha empezado a entrar, como hierba, en ciertas preparaciones de cocina, especialmente en el momento del postre, precisamente por la sutilidad de sabores y aromas que tiene por el hecho de no haber fermentado y devenido té negro.
5 hojas de menta
Menta
Por la fragancia, por el sabor que desprende en los guisos, por la frescura del aroma, etc., podéis encontrarla en todo tipo de preparaciones: en mojitos, combinada con chocolate negro —un maridaje espectacular—, en aceite para aliñar unas habitas peladas o poniendo una rama en los guisantes ahogados con jamón salado para refrescarlos. También casa con una paletilla de cordero asada con una salsa hecha con el jugo de la bandeja, mostaza antigua y hojas de menta; o sencillamente las hojas de menta pasadas por pasta de tempura y fritas. Existen muchas variedades de menta, cada una con propiedades diferentes. Cuando hay en abundancia, cerca del verano, se pueden guardar las ramas en un vaso con agua, pero también se pueden congelar o secar.
200 g de garbanzos cocidos
50 g de azúcar moreno
2 yemas de huevo
50 g de azúcar 25 g para caramelizar

Ingredientes

1 l de agua mineral
125-150 g de azúcar
5 g de agar en polvo
25-30 g de té verde
Té verde
Hojas del árbol del té que, a diferencia del té negro que solemos tomar en Occidente, no han sido sometidas al proceso de oxidación y, por lo tanto, conservan toda la riqueza de antioxidantes —y también de teína, el principio estimulante— de la planta. Simplemente desecado, el té verde es enormemente apreciado en Oriente por su sutilidad y diversidad, tanto en la variante china (desecado por calor) como en la japonesa (desecado con vapor). Curiosamente, es también el ingrediente básico del té con menta de la gastronomía norteafricana.

Básicamente empleado en infusión, que no tiene que llegar nunca a hervir, el té verde ha empezado a entrar, como hierba, en ciertas preparaciones de cocina, especialmente en el momento del postre, precisamente por la sutilidad de sabores y aromas que tiene por el hecho de no haber fermentado y devenido té negro.
5 hojas de menta
Menta
Por la fragancia, por el sabor que desprende en los guisos, por la frescura del aroma, etc., podéis encontrarla en todo tipo de preparaciones: en mojitos, combinada con chocolate negro —un maridaje espectacular—, en aceite para aliñar unas habitas peladas o poniendo una rama en los guisantes ahogados con jamón salado para refrescarlos. También casa con una paletilla de cordero asada con una salsa hecha con el jugo de la bandeja, mostaza antigua y hojas de menta; o sencillamente las hojas de menta pasadas por pasta de tempura y fritas. Existen muchas variedades de menta, cada una con propiedades diferentes. Cuando hay en abundancia, cerca del verano, se pueden guardar las ramas en un vaso con agua, pero también se pueden congelar o secar.
200 g de garbanzos cocidos
50 g de azúcar moreno
2 yemas de huevo
50 g de azúcar 25 g para caramelizar

Preparación

Poner el agua a hervir junto con el azúcar. Cuando arranque a hervir y el azúcar se haya diluido, añadir el agar en polvo diluido con un poco de agua fría, y hervir 1 min. A continuación apagar el fuego y dejar enfriar unos cuantos minutos.
Cuando este almíbar alcance unos 80 ºC, echar el té y la mitad de las hojas de menta, y contar 2 min de reloj. Rápidamente, colar, dejar enfriar y después guardar en la nevera.
Poner las yemas con el azúcar en un bol al baño maría y batir para que las yemas se escuman y queden cremosas. Cuando estén en su punto, sacar del baño maría y seguir removiendo para que baje la temperatura y quede una crema muy brillante.
Machacar los garbanzos recién cocidos para que quede un puré muy fino. Añadir el azúcar moreno.
Presentar los postres. Triturar con un túrmix la sopa de té. Hacer unas quenelles de puré de garbanzos y poner una en el centro de cada plato sopero o bol. Encima, poner una hoja de menta cortada en tiras finas, una cucharada de crema de yemas y caramelizar con un soplete.
Alrededor, poner la sopa de té verde con menta.